Nada más llegar nos enviaron al hotel de enfrente, de una calidad infame, porque, a pesar de haber reservado con muchísima antelación, no tenían preparada la habitación. Al día siguiente nos hicieron trasladarnos a una habitación detestable, sin ventanas, aunque estaban libres algunas habitaciones exteriores, con sábanas rotas y amarillentas, toallas tan finas como papel... Y una limpieza muy mejorable. Sólo había que ver a las camareras de las habitaciones sentadas por las escaleras comiendo constantemente.
Un horror!
Y no nos fuimos de allí corriendo porque mi marido se achantó.