El hotel, en general, no es bonito, pero la habitación está bien, amplia y con buen baño. El colchón es demasiado duro, casi se siente como dormir en una tabla. La recepción es sencilla, el inglés es casi nulo, pero con un traductor funciona. La habitación la limpiaban a diario, cambiaban las toallas y te dejaban dos botellas de agua. La ubicación está a 15 minutos a pie del metro y del Palacio del Cielo.