Aunque al llegar no parece el hotel más bonito del mundo y tiene una entrada un poco rara, una vez dentro merece totalmente la pena. Está sobre la playa, con vista frontal al mar desde todas las habitaciones y una luz espectacular. Nosotros íbamos en Luna de Miel y se lo indicamos en la reserva. Al llegar nos dieron, por sorpresa, un upgrade a un estudio en la planta alta con acceso a una terraza privada tipo rooftop, con una vista maravillosa. ¡Un detallazo!
El estudio tiene 2 habitaciones (una matrimonial y otra con dos camas), un baño completo, un aseo, y un salón con cocina integrada, además de una terraza grande que comunica salón y dormitorio.
El hotel no ofrece desayuno como tal, pero la nevera de la habitación tiene zumo, jamón, queso, mantequilla, mermelada etc... y todos los días desde recepción te suben pan casero muy bueno. De esta forma puedes prepararte el desayuno que quieras, y es muy cómodo.
Además tiene garaje cubierto y gratuito para dejar el coche.
El único detalle "negativo" sería el baño principal, que aunque está renovado tiene detalles un poco antiguos como la ducha o los sumideros. Y el agua caliente (al menos durante nuestra estancia) va y viene mientras te estás duchando.
Pero por lo demás, sin duda lo recomendaría y repetiría mi estancia en el hotel.