Nuestra estancia coincidió con reformas en el alojamiento.
Los ruidos empezaban por la mañana, así que si querías descansar durante el día muchas veces no era posible. No nos habían avisado de ello.
El estado de la cocina era nefasto al llegar. Nos dio la sensación que nadie se ocupaba ni supervisaba mínimamente el lugar. Completamente dejado y sucio por otros huéspedes. Con dedos de polvo, manchas, cal, basura... Llamamos para quejarnos y no se hizo una limpieza (y por encima) hasta al cabo de dos o tres días.
Ahí no esperes encontrarte con nadie, a no ser que sea alguien de mantenimiento que poco sabe de nada. Y aún habiendo llamado nadie se presentó ese mismo día o se disculpó.
El día que por fin limpiaron fue uno en que tanto trabajadores de oficina que administran el lugar como personas de mantenimiento estaban ocupando toda la cocina y repasando las reformas de algunas de las habitaciones. Ese día no pudimos empezar a cocinar hasta las 16:30 de la tarde. Nos tuvieron esperando en la terraza de la misma cocina. Una vez más sin disculpas ni sin explicarnos la situación. Fueron un par de horas verdaderamente incómodas.
Debido a los trabajos que se hacían nos empezó a salir espuma por los desagües del lavabo, pero al no haber nadie no podíamos preguntarlo.
Las sábanas son de un material que por la noche ves la luz de la electricidad estática al pasar la mano.
No lo recomendamos ni volveríamos a hospedarnos.