Precioso hotel muy céntrico aunque apartado del casco viejo.
Fuimos con nuestra mascota, Rosco, aunque se les olvidó ponerle la cama (no así cobrar los 25€)
El personal, por lo general, muy amable.
La habitación muy espaciosa, limpia, cómoda y un baño muy amplio.
El desayuno, no pudimos probar, ya que no está permitido el acceso a perros al contrario que en muchos de los restaurantes de la ciudad (dogfriendly)